domingo, 31 de octubre de 2010

Reflexiones desde el futuro, que ahora es el presente....



“Una frase todo lo puede”… ¿qué? ¿nunca habían escuchado eso? … ¡no! ¡no dice nada del amor! … Ah… si…. Así aparece en google… bueno, no me importa. Algún día serás vos el que esté escribiendo y ese día decidirás cómo dice la frase. Hoy soy yo.

Como decía, hay veces que una frase todo lo puede. Lo que estoy tratando de decir es que hay momentos en los cuales algo tan simple como un pequeño grupo de palabras puede disparar nuestra mente y llevarla, en un lapso minúsculo de tiempo, a lugares que jamás hubiésemos esperado. La mano viene más o menos así: Estoy armando unos apuntes y recuerdo que necesito una información en un viejo cuaderno y voy hasta ese cuaderno y encuentro otra cosa: una frase y la frase me hace acordar que hubo un tiempo (no tan lejano) en el que yo escribía y abro la compu y busco esos cuentos y me acuerdo que cuando los escribía los subía a un lugar (hoy pasado de moda) llamado fotolog y como no me acuerdo el nombre del mío empiezo por el de una amiga (http://www.fotolog.com/lunadevalenzia) que sí me acordaba y de ahí llego al mío (http://www.fotolog.com/esquina_22) y de ahí encuentro que había abierto otro (http://www.fotolog.com/matu_tino - del cual por cierto no me acordaba) y ahí veo que también había abierto un blog (http://alegriaindeficiente.blogspot.com/) y de ahí menú inicio, programas , Microsoft office y , finalmente, abro este Word. Pobre, dirán Uds., él no tiene la culpa de que te haya agarrado un momento de melancolía, es sólo un pobre programa que no tiene porque sufrir en su blanca e inmaculada hoja a un ex - flogger (cuando yo usaba el fotolog esa especie todavía no existía) o blogger (ese lo admito) que necesita sacarse algo de adentro y es cierto, pero el mundo no es justo, y si yo me he aguantado las cosas que he aguantado ahora el Word tiene que bancarme a mí.

A medida que tipeo empiezo a recordar lo difícil que es que salga un post creativo, encima escuchando música indie o folk (En este momento “Slow Show” de The Boxer, y empiezo un poco a echar de menos esta sensación. Y es que uno a veces extraña ser creativo, sacarse a uno mismo al mundo y mostrar que tiene algo que aportar que surge desde el fondo de uno y que no ha aprendido, si no que simplemente le trajo la vida. Se extraña ver películas y leer libros sin que tenga eso un sentido puntual concreto, sin que sea parte de un plan más complejo (si es que existe) que pasar por esta vida con una sonrisa en el rostro y una llama quemando el pecho. Tengo que confesar a esta hoja virtual una verdad: he asesinado mi creatividad. La he intercambiado por buenas notas en la libreta y por una sonrisa en el rostro de aquellas personas que se encargan de moldear nuestro superyó.

Es loco, me recuerdo pensando: “y es que esto no lo lee nadie” (hecho probado por el promedio de 0,4 comentarios por post), como si uno escribiera para los demás. Parece que las películas norteamericanas no llegaron a transmitir por completo el mensaje de que nadie se hace popular escribiendo blogs (a diferencia de jugando al fútbol americano o siendo Brad Pitt). Como primera conclusión de esta verborragia de caracteres puede decir: uno escribe para los demás, lo hace para uno mismo, para mostrar lo que uno tiene adentro (guste o no, lo lean o no). Que irónico, una canción de Imogen Heap me dice en este momento por los auriculares: “It’s in the abc of growing up”.

Otro temaso: “Sunday Morning” – Marron Five (Tal vez esto sea, más que un post, un monton de texto mal escrito con un par de canción para recomendar). Todo esto me lleva a otra pregunta: ¿qué pasó en el medio? No tengo una respuesta concreta, lo cual no me sorprende realmente, ya que no tengo respuestas para el 95 % de las cosas que pasan en mi vida (exceptuando, por ejemplo, cuántas cucharas de azúcar se le pone al café con leche). Para hacer un análisis objetivo, me dirigí al blog y fotolog y ví los últimos post escritos por mí. Las fechas son: 15 de marzo de 2008 y 28 de febrero de 2008, respectivamente. En términos humanos, son dos años, cinco meses y dieciséis días. En términos internos míos no puedo describirlo. Por un lado han sido como venticinco años (probablemente en ese momento no hubiese estado en condiciones de hacer esta catarsis interna), y por otro lado siento que pasaron como quince minutos (realmente cuando uno está enfrascado en las cosas no se da cuenta cómo pasa el tiempo). Supongo que es interesante parangonar ambos momentos: a) 19 años recién cumplidos, empezando una relación de noviazgo sin tener idea de qué se trata, intentando ser estudiante universitario sin éxito, encima sin decidir si quiero hacer eso o quiero hacer cine y si ambas cosas son compatibles, buscando romper con todo en la vida para poder caminar tranquilo – lo cual no era realmente necesario- y, sobretodo, tratando de entender. ¿Qué? Bueno, es simple: TODO, pero sin querer aceptarlo. Hoy las cosas son las mismas, pero con bastante agua corrida bajo el río y, aunque todavía no entiendo nada, empiezo a comprender varias cosas. La primera es que no es necesario entender todo, simplemente hay que disfrutar de cada vez que logramos entender algo. Sigo estando de novio, pero ahora lo disfruto más, y encima estoy seguro de que lo voy a disfrutar más cada día. Uno siempre escucha a la gente grande (sin ofender) decir que uno sólo aprende qué es el amor con los años. Empiezo a convencerme que es así. Porque al final uno se da cuenta que los momentos de locura o pasión son sólo una parte de la pintura, que uno ama a una persona no cuando con llega se aleja de lo cotidiano si no cuando juntos lo enfrentan. Como dice la frase, cuando se comparte el oficio de andar por la vida zurciendo penas con alegrías. Pero uno sólo se da cuenta de eso con el tiempo, con ese no se qué que trae el paso del tiempo (algunos le dicen experiencia). Y es que mirando hacia atrás me doy cuenta de cuánto miedo tenía a quedarme sólo, y cómo eso me llevo muchas a veces a romper con cosas que, tal vez, no debía. Y es que ahora me doy cuenta que uno no tiene que temer tanto. Claro, me diría mi yo de hace dos años y seis meses, para vos es fácil, porque ya viste que todo salió bien. Es cierto, contestaría yo, pero no tengo cómo saber si va a seguir saliendo bien. Y el silencio y falta de respuesta me recordaría al sonido que nos da el futuro cuando le mendigamos alguna señal. Pero en ese momento pensaría también que el futuro no tiene las respuestas, y que la única a la que podemos pedírselas es a la esperanza. Eso sí: no esperen fundamentos. La esperanza simplemente dice: “Todo va a salir bien”. ¿Por qué? Porque ella dice, y punto. Si querés fundamentos andá a pedírselos al verdulero de la esquina (Advertencia: no subestimar, hay verduleros extraordinariamente sabios). Hoy me va un poco mejor en la universidad (no mucho, increíblemente no he rendido penal, que era una de las que debía rendir ese año) y puedo decir que empieza a gustarme lo que hago, aunque extraño un poco de esto. Supongo que un poco he dejado de pensarlo también. Ya no hago cine (ni de cerca), aunque ahora veo videos de YouTube. Escribiendo, eso sí, me doy cuenta de una cosa: sigo queriendo decir algo sin saber qué. Mi interior se pone tonto de felicidad al tener esta oportunidad de luchar con el teclado y la hoja, por tener la posibilidad de escribir al ritmo de Coldplay en los auriculares y por no tener idea a dónde va esto, o a dónde va la vida.

Y así, de golpe, siento que este es el fondo de la cuestión. Así que será hasta la próxima.

Ojalá.





PD: Estoy escribiendo esto sabiendo que nunca va a leerlo jamás más que vos, y estoy resistiendo volver a leerlo y corregirlo, pero siento que le quitaría la magia. Hay otra cosa, y tengo que decirlo: No hay un día en que no agradezca a la vida por tenerte, te amo muchísimo.